“Tan necesaria como a veces difícil de
alcanzar, así es la paz interior. Vivimos en una sociedad donde no paramos quietos
ni un solo momento. Tenemos todo tipo de preocupaciones diarias que lo único
que consiguen es que nuestra mente rebose hasta decir ‘basta’. Trabajo, vida
social, pareja, amigos... queremos abordar todos los aspectos de nuestra vida
con la máxima eficacia, pero no siempre es posible. Por falta de tiempo o
dinero no podemos dedicarle el tiempo que nos gustaría. Y todo esto provoca que
de vez en cuando suframos algún que otro cuadro de estrés o ansiedad, que lo
único que consigue es que la situación empeore.
‘Cuanto más tranquilo se vuelve un hombre,
mayor es su éxito, sus influencias, su poder. La tranquilidad de la mente es
una de las bellas joyas de la sabiduría.”
(James Allen)

Mientras leía el párrafo que abre este
post, conecté con la imagen que suelo siempre guardarme en mis imágenes
mentales. Refleja exactamente lo que siento con mucha frecuencia: la necesidad
de espacio personal, silencio interior, aislamiento o como cada un@ quiera
llamarlo.
Es tan implacable la presión social, en
las relaciones, en el trabajo, en nuestro propio rendimento, que solemos caer
en estados de estrés que nos sumen muchas veces hasta en enfermedades. Nos autoexigimos
muchas veces en medidas tan grandes que sólo nos genera frustración y enojo el
no poder ‘estar a la altura’ de las circunstancias, de lo que se espera de
nosotr@s, de lo que el otro pretende, etcétera. Y en esa autoexigencia está la
trampa.
Es decir, lógicamente tenemos que cumplir
con nuestro trabajo, con nuestras responsabilidades, con nuestros compromisos.
Pero mi pregunta es: ¿hacemos algo para poder salir de esa vorágine que en
muchas ocasiones nos ahoga?
Hace mucho tiempo ya, me inventé ‘mi burbuja
personal’, es mi espacio sagrado les diría. No estoy para nadie, simplemente,
me recluyo, y en esa reclusión hago lo que me da la gana; leo, escribo, escucho
música, medito, simplemente estoy en silencio, pinto, o cierro los ojos y me
escucho, sencillamente escucho el latido de mi corazón. Es un tiempo que me
tomo a diario. Es la forma que encontré para reciclarme, para recargarme, para
reconectar conmigo. Y es gratis.
¿Te animas a compartir tu forma de verlo? ¿Te
tomas tus tiempos? ¿Respetas esos momentos? ¿Cuáles son tus recursos?
Luna & Alma