“Allí donde el agua alcanza su mayor
profundidad,
se mantiene más en calma.”
(William Shakespeare)
El cortisol es una hormona que actúa como
neurotransmisor en nuestro cerebro. Considerada por la comunidad
científica como la hormona del estrés, nuestro cuerpo la produce ante
situaciones de tensión para ayudarnos a enfrentarlas. La liberación de esta
hormona está controlada por el hipotálamo, en respuesta a situaciones
estresoras y a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre.
El estrés es una emoción/estado emocional
que genera tensión física. Puede provenir de cualquier situación o
pensamiento que nos haga sentir frustrados, furiosos o nerviosos. En pequeñas
dosis el estrés puede ser positivo, como cuando nos ayuda a evitar un peligro o
a cumplir con nuestros propósitos. Sin embargo, cuando el estrés pasa de ser
una emoción puntual a una emoción recurrente o a un estado emocional, puede
dañar nuestra salud.
Cuando hablamos de estrés, inmediatamente nos viene a
la mente una imagen de una situación extrema, de sobrecarga, de emociones
sobrepasadas, sobreexigencia y una serie de situaciones que nos llevan a un
estado de alerta permanente y de predisposición “a la lucha” ( como signo
atávico de supervivencia). De hecho y tal como indica el párrafo que abre este
post, en dichas situaciones segregamos una hormona, el cortisol,que es la que
nos ayuda a enfrentarlas y nos predispone para “la lucha”. Lo que sucede es que
no siempre es real ese peligro o amenaza, pero el cerebro así lo registra
y segrega cortisol.
El estrés es la nueva forma de presión que nos induce
a estar siempre en tensión. Y cada vez más. Socialmente estamos cada vez más
exigidos.
Y acabamos enfermando. El estrés nos enferma porque
tiene una acción directa en el organismo que es acumulativa y
finalmente,empezamos a “padecerlo” de manera física.
Cuando ya hemos hecho oídos sordos a todas las señales
que nos manda la vida para que paremos, nos enfermamos. Es aparentemente la
única forma en que podemos ponerle freno a esta especie de epidemia de tensión
añadida. El aumento del cortisol incide para que se agraven dichos síntomas.
Entonces, qué podemos hacer para que por lo menos
físicamente no “padezcamos” tanto su influencia con esos efectos tan graves?.
Bajar los niveles de cortisol no es sencillo, pero no imposible. Podemos
regularlo con mecanismos que están a nuestro alcance: un soporte social
(amigos, relaciones, buenas compañías) y saber que puedes contar con ellos.
Ayudarte con una dieta equilibrada y variada
también influye en los niveles de cortisol y finalmente una rutina de
ejercicios, talleres, meditación o actividades que aumenten tu nivel de
oxitocina (clave para el control del estrés) y serotonina (la hormona del
placer) para que te sostengan y ayuden a generar ese momento gratificante donde
puedas desconectar y descomprimir la tensión acumulada. Dependiendo de tu
actitud, segregarás una u otra. Cortisol,o serotonina.
Y aquí te dejamos la propuesta de hoy: ¿Tú sientes
este tipo de presión-estrés habitualmente? ¿Eres de los que piensan que es
necesario generar un espacio de calma aunque sean solamente unos minutos? ¿Te
paras a sentirte?
Luna & Alma