lunes, 28 de enero de 2019

El estrés

“Allí donde el agua alcanza su mayor profundidad,
se mantiene más en calma.”
(William Shakespeare)


El cortisol es una hormona que actúa como neurotransmisor en nuestro cerebro. Considerada por la comunidad científica como la hormona del estrés, nuestro cuerpo la produce ante situaciones de tensión para ayudarnos a enfrentarlas. La liberación de esta hormona está controlada por el hipotálamo, en respuesta a situaciones estresoras y a un nivel bajo de glucocorticoides en la sangre.
El estrés es una emoción/estado emocional que genera tensión física. Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir frustrados, furiosos o nerviosos. En pequeñas dosis el estrés puede ser positivo, como cuando nos ayuda a evitar un peligro o a cumplir con nuestros propósitos. Sin embargo, cuando el estrés pasa de ser una emoción puntual a una emoción recurrente o a un estado emocional, puede dañar nuestra salud.

Cuando hablamos de estrés, inmediatamente nos viene a la mente una imagen de una situación extrema, de sobrecarga, de emociones sobrepasadas, sobreexigencia y una serie de situaciones que nos llevan a un estado de alerta permanente y de predisposición “a la lucha” ( como signo atávico de supervivencia). De hecho y tal como indica el párrafo que abre este post, en dichas situaciones segregamos una hormona, el cortisol,que es la que nos ayuda a enfrentarlas y nos predispone para “la lucha”. Lo que sucede es que no siempre es real ese peligro o  amenaza, pero el cerebro así lo registra y segrega cortisol.

El estrés es la nueva forma de presión que nos induce a estar siempre en tensión. Y cada vez más. Socialmente estamos cada vez más exigidos.
Y acabamos enfermando. El estrés nos enferma porque tiene una acción directa en el organismo que es acumulativa y finalmente,empezamos a “padecerlo” de manera física.

Cuando ya hemos hecho oídos sordos a todas las señales que nos manda la vida para que paremos, nos enfermamos. Es aparentemente la única forma en que podemos ponerle freno a esta especie de epidemia de tensión añadida. El aumento del cortisol incide para que se agraven dichos síntomas.

Entonces, qué podemos hacer para que por lo menos físicamente no “padezcamos” tanto su influencia con esos efectos tan graves?. Bajar los niveles de cortisol no es sencillo, pero no imposible. Podemos regularlo con mecanismos que están a nuestro alcance: un soporte social (amigos, relaciones, buenas compañías) y saber que puedes contar con ellos.

 Ayudarte con una dieta equilibrada y variada también influye en los niveles de cortisol y finalmente una rutina de ejercicios, talleres, meditación o actividades que aumenten tu nivel de oxitocina (clave para el control del estrés) y serotonina (la hormona del placer) para que te sostengan y ayuden a generar ese momento gratificante donde puedas desconectar y descomprimir la tensión acumulada. Dependiendo de tu actitud, segregarás una u otra. Cortisol,o serotonina.

Y aquí te dejamos la propuesta de hoy: ¿Tú sientes este tipo de presión-estrés habitualmente? ¿Eres de los que piensan que es necesario generar un espacio de calma aunque sean solamente unos minutos? ¿Te paras a sentirte?


Luna & Alma

lunes, 21 de enero de 2019

Se dice de mí...


“No me digas lo que hablaban mal de mí,
dime por qué se sentían cómodos contándotelo a ti.”
(del web) 

En varias ocasiones puede suceder que alguien venga a ti, a él, a mí, a cualquiera en realidad, para hablar mal de otra persona; y cuando esto sucede la única pregunta que cruza por mi cabeza es “¿por qué?”. Es decir, reflexiono el porqué alguien debiera hablarme mal a mí de algún otro; cuál puede ser el motivo que se esconde detrás de todo.

Podrás pensar que soy una que le da muchas vueltas a las cosas (y no estarías del todo equivocado... jajajajaja...), o que le busco la quinta pata al gato; pero a veces –la gran mayoría– es como el dicho: “piensa mal y acertarás”. Es por eso que me cuestiono sobre los motivos que pueda tener alguien para venir a contarme a mí algo de otra persona. Porque las cuestiones son dos: una, si esa otra persona es desconocida para mí, poco me puede importar que se diga de ella y entonces para qué hacerlo. Y dos, si conozco a la persona en cuestión, ¿qué se busca cuando se me habla mal de ella?, ¿hacer un ‘frente común’ en su contra?, ¿que sea yo quien le diga una verdad que no es mía a esa otra persona? Las posibilidades son muchas, y ninguna encuentro ni bonita ni válida.

En lo personal, estoy segura que quien haya hecho esto conmigo, no se ha sentido cómodo. Porque si es un desconocido digo muy claramente: “no me interesa saber nada” y ni siquiera me detengo a escuchar. Y si es sobre alguien que conozco, pues sinceramente, hubo un tiempo que hacía de embajadora de la ONU, e intentaba que todos vayan de acuerdo, trataba de conciliar carácteres y modos de ver... ahora ya no. Ahora simplemente expreso de forma rotunda que cada uno debe hablar con la persona en cuestión, no colocando a nadie en medio. Al fin y al cabo, ¿dónde está escrito que todos tenemos que ser amigos de todos? Yo tengo amigos, que a su vez tienen amigos obviamente, que no soporto, con los cuales no tengo ningún tipo de relación ni deseo tenerla; pero, por respeto a esa amistad mía, jamás pensaría de hablar mal de esa persona, de alguien que a su vez es su amigo, o por el cual siente afecto. Podría aclarar mi posición; pero más, sería una falta de respeto en mi opinión, y que si ocurriera, sería poner punto final a la amistad.

¿Qué piensas? ¿Has vivido una situación así? ¿Cómo has reaccionado?
Alma & Luna

lunes, 14 de enero de 2019

Heridas

“No es el otro el que hiere.
El otro sólo te muestra dónde estás herido.”
(Lorena Ciocale)
“Las heridas emocionales son una especie de guías didácticas que nos indican dónde poner atención, dónde poner manos a la obra.
Somos propensos a culpar al otro de nuestro dolor, de nuestro infortunio y de por qué la vida no resulta tal y cómo la planeamos, pero es sólo una percepción errónea.
Es un punto de partida equivocado porque al atribuir las causas al exterior nos privamos de la búsqueda interna.
(Abel Pérez Rojas)


Es muy interesante esta propuesta, porque en general echamos la culpa a lo exterior, al otro, de lo que nos sucede. La mala suerte, las malas relaciones, el dolor y todo el abanico emocional que ya conocemos.

Obviamente, como ya hemos dicho en otras entradas, no hablamos de historias de enfermedades, accidentes, o situaciones que salen de nuestro control. Pero sí de aquellas cosas que, quizás, con una mirada más profunda, nos ayude a indagar donde tenemos esa herida de la que habla el párrafo introductorio.

Si alguien te hiere, es porque ya existe una herida previa que el otro “toca” con esa acción que te vuelve a lastimar o que vuelve a poner “el dedo en la llaga”. Si no fuera así, no te preocuparía, no te ofendería y no te haría daño. Es muy cierta la frase que dice “ofende quién puede, no quien quiere” y, en este caso, aplicado al verbo herir, creo que nos sirve también como ejemplo.

Como también se ha dicho muchas veces que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional. Si alguien te hiere sin ninguna lógica, ese comportamiento es inadmisible e intolerable. En todo caso lo sano sería alejarse de esa persona, y serás tú el que tenga la última palabra, la elección definitiva de seguir permitiéndolo o no.

Nuestra propuesta es animarte a que expreses tu opinión, a que te cuestiones cómo manejas tú este tipo de situaciones (por otro lado inevitables).

Te invitamos a participar!
Luna & Alma

lunes, 7 de enero de 2019

Amor

‘¿Qué es el amor?’
Le preguntó una niña de cinco años a su hermano mayor.
Y él le respondió:
‘El amor es cuando tú me robas cada día
mi trozo de chocolate del almuerzo
y yo, aún así,
sigo dejándolo allí para ti todos los días.’ ”
(del web)

Hay sentimientos tan intensos y grandes, como imposibles de explicar y/o conceptualizar. El amor es uno de ellos. Y cualquier definición podamos hacer, nos quedaríamos “cortos”; porque todo se reduce a como responde Anthony Hopkins en la famosa película “Meet Joe Black”, cuando el personaje de Brad Pitt le pregunta: “¿Es esto el amor?”... “Multiplícalo por infinito, llévalo hasta el fin de la eternidad y apenas tendrás un atisbo de lo que hablo.”

Y luego, ¿por qué deberíamos hacerlo?, ¿por qué deberíamos limitar lo que sentimos a un concepto o a una definición? ...tal vez porque lo necesitamos, de este modo estamos más tranquilos. A todo ponemos una etiqueta, como si fuera un cajón de medicinas; y entonces, cuando abrimos el cajón, sabemos precisamente qué y dónde buscar. El problema es cuando este “algo” podría tener una infinidad de etiquetas, o ninguna en particular.

En lo personal, no creo en las etiquetas, no las necesito. No al menos en lo que respecta a los sentimientos o a los seres que me rodean. Como tampoco creo en lo impuesto. No amo porque es mi padre; mi madre; mi abuelo; mi hermano; mi hija; mi amiga... Las relaciones se construyen de a dos; como un puente que tiene base en ambas partes. Y hay tantos puentes y formas de construirlos, como seres en este planeta.

Para mí, Alma, hoy es un día muy especial; porque si bien como dije, no defino el amor, sí le he puesto nombre.

¿Qué es para ti el amor? ¿Logras o te gusta definirlo? Coméntanos lo que sientes.
Alma & Luna