“Cuando tratas de defenderte estas dando
demasiada importancia a las palabras de los otros y das más fuerza a sus
opiniones. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los
demás no te afectan, que ‘escuchas’. Que son simplemente opiniones y que no
tienes que convencer a los otros para ser feliz.
Tu silencio interno te vuelve sereno.
Practica el arte de no hablar.
Progresivamente desarrollarás el arte de
hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad
artificial dejando brotar la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría el
“noble silencio”.
Respeta la vida de los demás y de todo lo
que existe en el mundo.
No trates de forzar, manipular y controlar
a los otros.
Conviértete en tu propio maestro y deja a los
demás ser lo que son o lo que tienen capacidad de ser.
Instálate en el silencio y la armonía de
todo el universo”
(Thích Nhất Hạnh)
No sé si alguna vez les ha pasado, a mí
sí... alguien dice o hace algo que nos deja como lo que no somos; y entonces,
automáticamente comenzamos a “defendernos”. Empezamos a explicarnos; desarrollamos
nuestras ideas, nuestras creencias, nuestros modos. Argumentamos posiciones y
probamos, a veces hasta el cansancio, a demostrar que no somos como nos han
reflejado. Y la pregunta es ¿por qué? ¿para qué?
Porque habrá veces que el otro o la
situación en sí, vale la pena; pero otras muchas no. Y entonces ¿por qué
desgastarnos en ese tipo de situaciones? Si uno sabe cómo es o no es, o cómo y
porqué actúa de la forma que lo hace; sus razones y, en el mejor de los casos,
en las consecuencias de cada gesto... ¿por qué tantas explicaciones?; ¿por qué
tratar que el ‘otro’ nos vea como nosotros queremos nos vea?; ¿en todas esas
situaciones ese otro realmente vale la pena, es así de importante? Yo no creo,
y entonces ¿qué puede importar lo que opine?
En muchas situaciones he empezado a optar
por el silencio, ya no pierdo tiempo en ‘convencer’ a nadie, no doy más
explicaciones... porque como dicen por ahí también: “No expliques tanto; los
amigos no las necesitan, muchos no las entienden y, muchos más aún, no las
creen.”
Alma & Luna