Esta vez, el tema podría ser rollo “Cosmopolitan”, si no fuera porque a nosotras nos encanta darle un giro algo más profundo a nuestras propuestas. Creemos que se puede hablar de un tópico tan recurrente como antiguo: ¿Es posible la amistad entre un hombre y una mujer?
Durante muchísimo tiempo todos hemos
escuchado de todo al respecto: que sí, que es posible esta amistad; que no, que
no es posible porque inevitablemente uno de los dos (o los dos) acaba
enamorándose; etcétera.
El tópico no puede ser más típico, pero
cuando nos pusimos a hablar, empezaron a surgir muchas cuestiones que lo
enriquecían y lo hacían salir de la “etiqueta”
preconcebida.
Para no hacerlo tan largo exponemos una
pincelada de algunas de las conclusiones en las que nos pusimos de acuerdo. Nos
dimos cuenta de que en realidad cuando se establece una relación de afecto o de
amor, hay una especie de “flechazo”,
un “enamoramiento” algo que nos
conecta de manera inmediata con el otro/otra. Esa persona nos impacta, nos
ilumina, nos fascina. Y entonces es cuando dijimos: ¿Qué más da que sea hombre
o mujer? En toda relación afectiva existe el amor, existe la atracción, sea del
orden que sea. Pero lo cierto es que también existe el prejuicio donde
interviene la palabra “sexo” asociada
al enamoramiento.
Pero, ¿no creen ustedes que si hablamos de
“flechazo” o “enamoramiento” en una amistad no tiene porqué intervenir el sexo? Y
si interviene… ¿cuál es el problema?
¿O no creen acaso que cuando nosotras nos conocimos no sufrimos ese flechazo? Y, aunque no intervenga el sexo, tenemos esa
atracción que nos genera el ser empáticas, el tener muchísimas cosas en común,
una conexión casi instantánea, mucho amor y sentido del humor.
Apuntamos también a la costumbre
generalizada de querer etiquetarlo todo; y el hecho de que esto nos cierra, nos
limita, nos reconduce nuevamente al “tópico” anulando toda otra opción.
Y tú, ¿cómo lo ves?
¿Te sientes identificad@?
Luna & Alma