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lunes, 10 de diciembre de 2018

Libertad

“La censura es siempre un instrumento político,
no es cierto un instrumento intelectual.
Instrumento intelectual es la crítica,
que presupone el conocimiento
de aquello que se juzga y combate.
(...)
Censurar es destruir.”
(Federico Fellini)
Uno de los derechos fundamentales del ser humano es la libertad. No sólo la libertad física, también aquella del espíritu. La libertad del ser en sí mismo, la libertad de credo, la libertad de pensamiento, la libertad de expresión. Y esto es válido para ti, para él, para ella, para ellos más allá, y para mí también. No importa si a ti no te gusta lo que él piensa; o si a ellos no les agrada como ella se viste; o si a mí me disgusta la música que tú escuchas, las películas que decides ver o los libros que eliges leer. Lo único que importa, lo realmente esencial y fundamental, es que esa libertad que cada uno tiene derecho a ejercer, no atente contra la del otro.

La cuestión es tan simple que me resulta paradójica la dificultad de llevarlo a la práctica. Entonces, ya que iniciamos citando a un gran director de cine, continuamos y hacemos referencia a una película extraordinaria... “Explícame como si yo fuera un niño de siete años...” y esto, amigos míos, se puede hacer en pocas palabras: ambición... poder... supremacía.

Son éstas las cosas que atentan a la libertad, y a nuestro derecho de ejercerla. Cuando una persona por algún motivo –a mí desconocido–, termina convenciéndose que aquello en lo que cree, que sus ideas, sus gustos personales, etcétera, son mejores que los del otro, es cuando inician los problemas. Se rompen relaciones de amistad y de pareja; se crean conflictos en los ambientes educativos, laborales, de entretenimiento y, obviamente, en el familiar. Y, cuando esta persona convencida de que lo que piensa es mejor, o en lo que cree lo es, en definitiva, que él es mejor que el resto que lo rodea, está en una posición de poder, bueno, aquí comienza directamente a ser peligroso. Porque lo más probable es que esta persona haga un abuso de su posición, ¿cómo? Para iniciar cambiando las reglas del “juego” de forma arbitraria de un momento al otro; si a esto muchos se rebelaran, llega la censura... hasta finalizar en una dictadura. Y de éstas hay muchas más de las que se puedan imaginar.

¿Qué piensas? ¿Ha pasado que te has sentido superior a otro simplemente por pensar distinto? ¿O que el otro te haya hecho sentir que era superior a ti por lo mismo? ¿Has sufrido algún tipo de censura? Cuéntanos todo lo que piensas.
Alma & Luna