lunes, 25 de marzo de 2019

Dos amores

“Se puede estar enamorado
de varias personas a la vez,
sin traicionar a ninguna.”
(Gabriel García Márquez)

En una serie de televisión, el capítulo se abre con este planteo. Un hombre  está enamorado de dos mujeres, con las cuales convive, y a las cuales ama por igual. Más allá de la ficción, me he hecho esta pregunta muchas veces. Y creo que más de un@ alguna vez también se lo ha cuestionado.

No voy a hablar de infidelidad, ni de traición, porque ese sería el camino más sencillo. Me gustaría dar un paso más en profundidad, porque… ¿dónde está escrito que tenemos que amar a una sola persona? Es decir, ¿por qué sólo podemos “optar” a un amor a lo largo de la vida o a un amor por vez?

En un plazo de 20 años, por ejemplo, con una sola pareja (y digo 20 años, porque ya refleja una relación estable, consolidada en el tiempo, que ya ha pasado por crisis, por problemas y muchos ciclos de evolución de dicha relación) me pregunto si no ha habido espacio para “ver” a otras personas, para quedarse atrapad@ en esa “tentación” (por decirlo de alguna forma) para  volver sentir el amor  que una vez nos erizó la piel. Y yendo un poco más allá, establecer un vínculo que de repente te toque y te enamore.  ¿Quién dice que ese sentimiento no es válido o es censurable, o imposible? Es más, probablemente la “segunda” persona, aporte o complemente lo que le falta a la primera, y viceversa.

También planteamos la posibilidad,de conocer a dos personas a la vez y que ambas te atraigan, que sientas que puedes conectar en todos los sentidos, que hay química, y que puedes ser pareja de amb@s. ¿Es posible esto? ¿O estamos tan condicionados por el mandato de que "sólo una pareja a la vez" es lo correcto, que eso nos hace rechazar de plano otra opción, y solo dentro del terreno de la infidelidad es posible?

No me estoy planteando un problema ético. Sólo pongo sobre la mesa, dicha posibilidad.

Nos encantaría saber qué piensas, si has conocido algún caso, si fue posible una continuidad en el tiempo, o sencillamente si crees que podría suceder.


Luna & Alma

(Fuentes:
                                                                                                                      

lunes, 18 de marzo de 2019

Críticas

“Seas parco en elogiar,
y más parco todavía en vituperar(*).”
(Séneca)

En estos últimos tiempos he visto aquí y allá, que se ha vuelto a hablar mucho de quienes comentan los blogs y la manera en que lo hacen. Y juro que no entiendo el sentido de tanta polémica.

Están aquellos que se lamentan porque uno u otro no ha ido a comentar a todo el resto de blogs que debería (por una cierta regla en algunas iniciativas)... primer desacuerdo. ¿Es realmente necesario un comentario? Creo yo que, como todos los que escribimos de forma pública, nos gusta que se nos lea y dejen su opinión al respecto; pero esto está libre de cualquier tipo de obligación, pienso sea algo tácitamente claro. Pueden existir infinitos motivos por los cuales una persona pase a leernos y no nos deje su comentario; inclusive yo, Alma, desde siempre leo muchísimo más de aquello que comento... y lo prefiero. Lo prefiero antes que el comentario impersonal de “Uyyyy me encantó!” donde hasta se podría dudar si te han leído. Un poco como pasa en Facebook, donde la gente está tan acostumbrada a meter “me gusta” que a veces ni se da cuenta (o en el peor de los casos, no le importa) a qué le está metiendo “un pulgar alzado”... he visto casos de gente que anunciaba la muerte de alguien amado y recibir muchísimos “me gusta” (😲). 
Para cerrar el porqué de este primer punto; estamos de acuerdo que a todos nos gusta recibir comentarios, pero por sobre todas las cosas, nos gusta ser leídos e interpretados, y que el otro nos haga saber lo que sintió al leernos, sea bueno o malo –porque puede pasar que lo escrito provoque un sentimiento negativo, aunque no haya sido ésta nuestra intención– y esto significa estar abiertos también a las críticas. Y aquí viene el segundo punto.

También he estado leyendo que a quienes escribimos en los blogs, no nos gustan las críticas; que sólo aceptamos los halagos, los cumplidos sin sentido y, muchas veces, inmerecidos, según el criterio de quienes esto sostienen... y éste es el segundo desacuerdo. Me pregunto, ¿desde qué pedestal viene la crítica? Porque quede claro, creo que todos y cada uno puede decir “esto no me gustó por ésta y ésta razón”; o “esto no lo he entendido porque la estructura gramatical no es clara”; pero, de allí a ponerse como jueces de la Real Academia, creo que falta mucho, ya que no conozco la existencia entre nosotros de un premio Nobel a la literatura (y, así y todo, no pienso que este último fuera tan soberbio como para demoler un texto o relato por simples errores de estructura u ortográficos). Cada quien tiene una manera diferente de enfrentar este tema, como tantos otros obviamente; yo por ejemplo, prefiero que si tengo que hacer una crítica o ‘remarcar’ un error, hacerlo de forma privada, lo considero una cuestión de respeto, hacia la otra persona y su trabajo. Luego, si algo directamente no nos gusta para nada, o nos provoca sólo sentires negativos, o nos parece un tema repetitivo o mal argumentado, ¿es necesario –o justo– comentar públicamente? Pienso que no. Es como aquellas personas que se lamentan de la mala calidad de los programas televisivos, sin cambiar de canal o apagar directamente la tv; como si se tratara de una fuerza cósmica que no te deja otra opción. Entendamos... podemos apagar, podemos no comentar, podemos simplemente dejar un saludo (porque estimamos a la persona más allá de lo que haya escrito); opciones hay muchas.

Hoy me he extendido un poco mucho, es verdad; pero estoy convencida que estas cosas hay que “hablarlas” y hacerlo de forma sincera y clara. Por mi parte repito, obviamente me gusta que me lean y que me comenten expresando vuestro parecer y lo que les he transmitido, pero también acepto las críticas, hechas siempre desde el respeto. Y, sobre todo, comprendo los silencios (me he convertido en una embajadora de ellos), y te estaré esperando siempre con una taza de té y una sonrisa, sea hoy, o dentro una semana, o un año... no importa cuándo vengas, sino que vengas.

Alma & Luna


(Vituperar: censurar o deaprobar con mucha dureza una cosa o una persona)

lunes, 11 de marzo de 2019

Prejuicios

“El prejuicio es la acción y efecto de prejuzgar
(juzgar las cosas sin tener cabal conocimiento
O antes del tiempo oportuno).
Un prejuicio, por lo tanto, es una opinión previa
acerca de algo que se conoce poco o mal.”
(Julián Pérez Porto y María Merino)

Lo primero que suele surgir cuando hablamos de prejuicios es la siguiente afirmación: "yo no tengo prejuicios". Generalizamos rápidamente, tal vez porque de verdad creemos que es así.

Y es posible que así sea, pero, si nos ponemos a pensar con honestidad, encontraremos alguno que otro que nos pasan desapercibidos, o simplemente los tenemos tan incorporados que no los consideramos como tales.

Si hacemos un examen de conciencia, tal vez descubramos que sí, en efecto muchas veces prejuzgamos. Por aspecto físico, actitudes, maneras de pensar, maneras de actuar, en definitiva un sinfín de ejemplos que nos ponen delante del prejuicio.

Simplemente por el hecho de "generalizar" estamos prejuzgando. (Una cultura, una raza, una religión, una forma de vida).

Muchas veces creo que el prejuicio nace del miedo. Miedo a lo que es diferente. Eso nos pone en alerta, nos preparamos para enfrentar lo desconocido. El prejuicio a priori "nos protege" nos aleja del miedo.

Soy la primera en entonar mi "mea culpa" ante la acción de prejuzgar.

Krishnamurti en una de sus conferencias decía algo así como que: cuando alguien nos habla, en esa escucha estamos ya juzgando lo que oímos. No estamos abiertos a la escucha directa sin emitir opinión mental interna.

¿Te reconoces en este post? ¿Sueles prejuzgar o emitir juicios sin una base sólida o desde tu propia experiencia? Nos encantaría saber qué piensas!
                                                                                                                        Luna & Alma

lunes, 4 de marzo de 2019

Lo propio


“A cada uno le molesta la piedra en el propio zapato,
y sabe el peso de la cruz que carga en la espalda.”
(la que escribe... Alma)
Me considero una persona a la que le gusta “estar” para el otro; sea para escucharlo, para prestar un hombro en el cual llorar, para dar un consejo si se me pide, o un abrazo sin necesidad de hacerlo. Pero a veces, pocas veces, soy yo la que necesita de esas mismas cosas; y lo que suele sucederme es encontrarme con gente que, sistemáticamente, siempre está peor que yo.

No importa qué es lo que a mí me preocupe o entristezca, quien tengo enfrente está siempre un escalón más arriba en las escaleras de “pesares”. Si yo cuento que estoy preocupada porque he perdido mi trabajo; el otro me dice que me entiende porque está en la misma situación, o porque ha debido renunciar a las horas extras y en las vacaciones ya no podrá hacer el crucero que planificaba (😨). Para qué contarles lo que he escuchado en estas últimas semanas...

Ojo, no estoy pidiendo ser compadecida, ni siquiera es mi intención creerme la única con problemas o a la que le sucedan situaciones feas, horribles. Y estoy segura que no se dicen esas cosas con mala intención; que el otro debe creer que nos “ayuda” minimizando lo que nos sucede... pero no es así. A mí, en lo personal y en esta situación particular que me ha tocado vivir, esta actitud me genera muchísima rabia, sinceramente lo digo.

No todos hemos pasado por las mismas situaciones, y a veces frases como “sé cómo te sientes...”; “entiendo perfectamente por lo que estás pasando...”, no son ni válidas, ni justas, ni mucho menos acertadas. Creo yo, que lo más simple de hacer cuando alguien junta el valor de decirte o mostrarte que tiene el alma a pedazos, es escucharla, sólo escucharla con el corazón y acompañarla, abrazarla... no enumerar los propios problemas, o los tantos males que nos rodean; porque como digo al inicio, a cada uno le molesta la piedra que lleva en el propio zapato.
                                                                                                                        Alma & Luna