“La plaga de la
humanidad es el miedo y el rechazo de la diversidad: el monoteísmo, la
monarquía, la monogamía. La creencia de que sólo hay una manera de vivir, sólo
una forma de regular el derecho religioso, político, sexual, es la causa
fundamental de la mayor amenaza para el ser humano: los miembros de su propia
especie, empeñados en asegurar su salvación, seguridad y cordura.”

En la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre, se lee: “Todos los hombres nacen libres e iguales en
dignidad y derechos.” Pero entonces, ¿somos iguales o diversos?
La respuesta es simple... somos todos
diversos. Todos tenemos diversas culturas, una diversa educación, diversos
gustos, diversas actitudes frente a la vida, etcétera, etcétera. Y es aquí
donde se ve que la igualdad vive en la diversidad; porque no debemos buscar los
“puntos en común”, esos valores que podemos llegar a compartir; sino lograr la
convivencia aún con valores diversos.
Porque hablamos de diversidad y no de
diferencias. Ninguna diferencia es aceptable, porque las ‘diferencias’ crean
desigualianzas desde el momento que se inicia a ‘qué es mejor que...’. La
diversidad, en cambio, gana y se alimenta de la del otro; por ello, mientras las
diferencias dividen, la diversidad une a todos.
Esto se logra con un concepto primordial:
respeto. Respeto hacia el otro, hacia lo que el otro cree, piensa, se expresa,
le gusta... aún si todo esto no nos pertenece, no hace parte de nosotros. De
este modo lograremos avanzar como sociedad, como raza “humana”, cuando podamos
convivir unos con otros a pesar de y gracias a nuestra diversidad. Esto es lo
que se debería pretender de cualquier principio de igualdad; no homologar sino coexistir
dentro la diversidad.
Recuerda lo que decía Linus (Snoopy): “Sólo
siendo diversos podemos estar juntos; porque un rompecabezas no se arma con
piezas iguales.”
¿Tú que piensas? ¿Aceptas aquello que es diferente
a lo ‘tuyo’? ¿Lo respetas realmente?
Alma & Luna