lunes, 27 de mayo de 2019

Diversidad


“La plaga de la humanidad es el miedo y el rechazo de la diversidad: el monoteísmo, la monarquía, la monogamía. La creencia de que sólo hay una manera de vivir, sólo una forma de regular el derecho religioso, político, sexual, es la causa fundamental de la mayor amenaza para el ser humano: los miembros de su propia especie, empeñados en asegurar su salvación, seguridad y cordura.”

En la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, se lee: “Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos.” Pero entonces, ¿somos iguales o diversos?

La respuesta es simple... somos todos diversos. Todos tenemos diversas culturas, una diversa educación, diversos gustos, diversas actitudes frente a la vida, etcétera, etcétera. Y es aquí donde se ve que la igualdad vive en la diversidad; porque no debemos buscar los “puntos en común”, esos valores que podemos llegar a compartir; sino lograr la convivencia aún con valores diversos.

Porque hablamos de diversidad y no de diferencias. Ninguna diferencia es aceptable, porque las ‘diferencias’ crean desigualianzas desde el momento que se inicia a ‘qué es mejor que...’. La diversidad, en cambio, gana y se alimenta de la del otro; por ello, mientras las diferencias dividen, la diversidad une a todos.

Esto se logra con un concepto primordial: respeto. Respeto hacia el otro, hacia lo que el otro cree, piensa, se expresa, le gusta... aún si todo esto no nos pertenece, no hace parte de nosotros. De este modo lograremos avanzar como sociedad, como raza “humana”, cuando podamos convivir unos con otros a pesar de y gracias a nuestra diversidad. Esto es lo que se debería pretender de cualquier principio de igualdad; no homologar sino coexistir dentro la diversidad.

Recuerda lo que decía Linus (Snoopy): “Sólo siendo diversos podemos estar juntos; porque un rompecabezas no se arma con piezas iguales.”

¿Tú que piensas? ¿Aceptas aquello que es diferente a lo ‘tuyo’? ¿Lo respetas realmente?

Alma & Luna

lunes, 20 de mayo de 2019

Eres realmente positivo?

“Hay quien ve la vida de color rosa constantemente,
sin embargo,
¿se puede ser siempre positivo?
¿Es sano? ¿No supone vivir en una nube irreal?
¿Qué significa realmente ser optimista?”

(Alex Blancafort)



Cuando leí este artículo enseguida pensé que sería ideal para plasmarlo aquí en este rincón donde podemos fluir con nuestros pensamientos y emociones.

Desde hace tiempo ya, nos hemos sumergido en una nueva corriente de la emoción, en donde el mensaje es algo así como “ser positivo a toda costa” si estás enferm@, si estás en crisis, si estás atravesando un período oscuro o doloroso... Si eres positiv@, todo se solucionará. Pareciera un truco de magia o como si por arte de la misma, todo se convierte y se sana.

Esto nos genera una ansiedad añadida al proceso doloroso que estemos pasando, porque encima tenemos que “ponerle al mal tiempo buena cara” ser positivos a costa de todo. Es demasiada presión si estamos transitando algún problema importante.

Hace poco una persona conocida con una grave enfermedad me dijo: “Soy positiva, le pondré garra y fuerza, yo voy a poder con esto, etcétera, etcétera...”. En algún punto sentí que esa frase encerraba todo el miedo, toda la angustia y la desesperación de no saber qué iba a pasar con ella.

Le dije que no se añadiera más presión intentando ser fuerte y positiva, que eso estaba genial, pero que, en los momentos que sintiera que el suelo se movía bajo sus pies, se permitiera vivir el dolor, el miedo, o lo que surgiera. Que dejara salir todas esas emociones, por más nefastas que fueran.

Porque yo creo que ser positiv@ no es ocultar lo que sentimos “negativamente” porque esos sentimientos quedan atrapados dentro de nosotr@s.

Es más, se dice que es saludable dejarlos salir, manifestarlos, porque es una manera de darles luz y verlos cara a cara. Una vez vistos, expuestos y reconocidos, entonces sí podremos encarar el proceso con positivismo. Partiendo de lo que hay y de lo que tenemos en las manos, y no como una especie de acto mágico que nos sacará de eso.

“Optimista es quien percibe lo bueno de cada circunstancia y quien a partir de esa percepción es capaz de optimizar las posibilidades que cada situación plantea.” (Extraídodel artículo)


Te invitamos a que nos cuentes qué opinas. ¿Eres realmente positiv@? ¿Te manejas bien en los momentos donde es complicado ser positiv@?

Luna & Alma

lunes, 13 de mayo de 2019

Lo que nos estamos perdiendo


“Un viernes de enero del 2007, un hombre entra a la estación de trenes de Washington. Extrajo su violín y empezó a sonar. Lo hizo por casi cuarenta y cinco minutos, en los cuales ejecutó seis obras de Bach.
Durante este tiempo, ya que era la hora de punta, se había calculado que miles de personas habrían pasado por allí, muchas camino a su trabajo.
Luego de unos minutos, un hombre maduro se dió cuenta que un músico estaba tocando; empezó a caminar más despacio y se detuvo por unos segundos. Luego se apuró, para recuperar ese ‘tiempo perdido’ seguramente.
Después de unos minutos más, el violinista recibe su primer dolar de propina: una mujer arrojó el dinero en el estuche del violín y sin siquiera detenerse continuó a caminar.
Pocos minutos más tarde, un hombre se apoyó a la pared para escucharlo, pero enseguida miró su reloj y comenzó a caminar.
Quien prestó más atención fue un niño de aproximadamente 3 años. Su madre tiraba de su mano, aún así el niño se detuvo a escuchar. Finalmente la madre consiguió llevárselo y éste empezó a caminar girando la cabeza durante todo el trayecto.
Este comportamiento lo repitieron varios niños; y todos, todos los padres sin excepción, los forzaron a continuar.
En los cuarenta y cinco minutos que el violinista tocó, sólo seis personas se detuvieron y quedaron un momento escuchándolo. Alrededor de veinte le dieron dinero, pero continuaron  caminando normalmente.
Cuando terminò de tocar y volvió el silencio, ninguno se dió cuenta. No hubo aplausos ni reconocimientos.”
Sobre el final de esta insólita actuación, se acercó una mujer. Lo había reconocido. El violinista era Joshua Bell, uno de los más grandes y talentosos músicos del mundo. Ella lo sabía bien, tres semanas antes lo había visto en un concierto organizado en la Biblioteca del Congreso, donde la entrada costaba U$S100.


Ese día, Joshua Bell tocó una de las piezas más complejas jamás escritas, con un violín Stradivarius del valor de tres millones y medio de dólares; y en esos cuarenta y cinco minutos, en el estuche de ese violín, recogió 32 dólares.

Todo esto fue organizado por el periódico Washington Post, como parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las prioridades de las personas. La pregunta era: ¿en un ambiente común, a una hora inapropiada, percibimos la belleza?; ¿nos detenemos para apreciarla?; ¿reconocemos el talento en un contexto inesperado?

Pero tal vez, la verdadera pregunta sobre la cual deberíamos reflexionar es: si no tenemos un momento para detenernos y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo, tocando una de las melodías más maravillosas jamás escritas, ¿cuántas cosas nos estamos perdiendo?

Alma & Luna

lunes, 6 de mayo de 2019

Espiritualidad

“Espiritualidad es estar despierto. Desprenderse de las ilusiones. Espiritualidad es nunca estar a la merced de acontecimiento, cosa o persona alguna. Espiritualidad es haber hallado la mina de diamantes dentro de usted.”




Nos gustaría abordar hoy un tema que como siempre, deberíamos charlarlo entre tod@s alrededor de una mesa, con café, con unas copas, y al abrigo del diálogo. Es bastante complejo resumir o poder enfocar el tema de la espiritualidad en un post que no debe ser demasiado extenso, poder centrar el enfoque y que no sea aburrido.

Desde siempre, espiritualidad y religión estuvieron conectadas, o relacionadas por lo menos. Sin embargo, yo creo que son dos conceptos distintos.

Como much@s de nosotr@s, fui educada en la religión católica a pesar de que en mi casa nunca se practicó activamente. Con el correr de los años, comencé a tocar otras filosofías, por curiosidad, por querer saber más, por instinto. Descubrí entonces, que en general las religiones 'te atan' porque te condicionan a cumplir ciertos preceptos, ciertas reglas, que en definitiva tienden a reprimir o a censurar si no las cumples (y de paso a culpabilizarte siempre). Esto comenzó a chirriarme en la adolescencia, sobre todo viendo lo que había a mi alrededor con el tema de la dictadura en Argentina y la participación activa de la Iglesia en este genocidio.

Personalmente siempre me sentí conectada a algo que sentía superior, no sabía cómo llamarlo. Decidí que no lo iba a etiquetar, sino que iba a seguir intentando descubrir hacia donde me llevaba sentir esto.

Aprendí, después de leer bastante y de practicar alguna filosofía, que había ido rescatando lo que para mí era mejor, y que me servía en mis propios procesos. Aprendí también a conectar conmigo, a sentirme, a mirar mi corazón, a reconocerme como parte del Universo.

Hay algo de orden sagrado en la naturaleza, en sus enseñanzas, en lo que nos manifiesta en cada ciclo vital. Hay algo sagrado cada vez que te sientas en silencio e intentas escucharte sin todo el ruido exterior que solo te confunde. Hay algo sagrado cada vez que te conectas con el otro, desde tu corazón, desde el no-juicio.

No practico ninguna disciplina, ni religiosa ni filosófica. Me sirve lo que puedo aplicar a mi vida diaria, lo que sienta que me eleva y me ayuda a ser agradecida. (Muchas veces con mayor o menor acierto, obviamente). No sólo en los buenos momentos, sino también en los procesos de dolor, en las crisis. Aprendí que cada crisis aparece para que aprenda algo y siga mi camino.

No sé, si esto que escribo resume un poco la propuesta de esta semana. No sé si es clara, o si es correcta... Tal vez no haya podido definir lo que intento poner aquí hoy sobre la mesa. Pero nos encantaría que hablaras sencillamente de lo que sientes tú como espiritualidad... -quizás sea sentir y no pensar en lo que es-; ¿relacionas tú, cualquier religión a la espiritualidad? ¿Tiene que ver la fe? ¿En qué crees si crees en algo?

¡Te esperamos!
Luna & Alma