“Antes de embarcarte en un viaje de venganza,
cava dos tumbas.”
(Confucio)
Creo que a todos alguna vez nos ha venido el deseo de
venganza; sea por una cuestión sin mayor importancia, o por una gran ofensa.
En la mayoría de los casos –quisiera creer–, esto queda en eso, un impulso del
momento que no pasa a mayores. Pero, ¿qué me dicen de “pagar con la misma
moneda”? No hablo de un “ojo por ojo”, ya que soy de la idea de Gandhi, que al
final todos quedaríamos ciegos; pero sí de comportarnos como un espejo, hacer ‘reflejo’
de aquello que el otro nos da, del cómo nos trata. ¿Por qué debería yo tratar
con simpatía y de forma cariñosa a quien sistemáticamente lo hace con indiferencia?,
¿simplemente porque es mi esencia?
No, no creo sea justo; no creo que haga bien, a nadie.
En lo personal puedo decir, que actúo como me gustaría
actuaran conmigo. Cuando era pequeña mi padre siempre me repetía: “no hagas lo
que no te gustaría te hagan a vos”, y eso me ha quedado grabado en el alma. Entonces,
si a mí me gusta, por ejemplo, que cuando envío un mensaje, se me responda medianamente
pronto; si alguien me escribe, no me tardaré semanas en responderle. Ahora mi
pregunta sería, ¿por cuál razón no debería reservar al otro el mismo trato que
he recibido?
Y creo que la respuesta es bastante simple. Porque es sólo
cuestión de comprender que somos todos diferentes, y en tal modo, actuamos de
distintas maneras. Aunque también es cierto, que podemos querer a ese otro, o
nos puede “gustar”, y viceversa; y aún así las decisiones, o los modos de
hacer de ese otro, pueden no gustarnos, nos pueden molestar, nos pueden hacer
enfadar, o hasta nos pueden herir. Y entonces, ¿qué hacer? ¿estaríamos “justificados”
de actuar como el otro, de hacer en el mismo modo que tanto nos ha molestado o
herido?
No, no creo tampoco sea el camino. No por mucho tiempo,
al menos. Es decir, si me respondes mal sin ningún motivo, pues podré hacerlo
yo también para que me digas si te gusta. Pero si la del otro es una actitud
constante, pues entonces directamente me alejaré, sin peleas, ni discusiones, ni
confrontación alguna. Porque creo que ninguna “venganza”, ni “pagar con la
misma moneda”, ni nada que implique ser diferente a nuestra esencia, podrá
jamás hacernos felices, por el contrario, esto solamente podría erosionarnos,
destruirnos por dentro. Dejaríamos de ser quienes somos, y ¿por qué? ¿para
parecernos a aquello que nos ha dañado? No vale la pena.
¿Qué piensas al respecto? ¿alguna vez has “pagado con
la misma moneda” o te has vengado? y esto, ¿te ha hecho sentir mejor?
Alma & Luna